“Que los bosques de la poesía nos devuelvan la poesía de los bosques”
Reencontrar la poesía de los bosques, reconocer que somos el sueño del árbol. Sin ellos, ninguna otra forma de vida es posible. La paciencia infinita del árbol es el tiempo de nuestro despertar. Cada árbol que se tumba ensancha el ocaso humano: tres cuartas partes del planeta han sido intervenidas, desequilibradas por nosotros y en nosotros. Somos naturaleza. El tiempo de transformar esta ciega autodestrucción es hoy. Tiempo de abrazar nuestras raíces, de reconocer en nuestro cuerpo a la familia primordial, en el eje arbóreo del mundo.
Hace 15 años fundamos el espacio cultural Cebil para esa delicada tarea de reconocernos aprendiendo otro lenguaje junto a los árboles y plantas medicinales, habitando y defendiendo un monte nativo, a comienzos de las yungas, frente al río La Caldera. Ese lenguaje de silencio y presencias junto a los árboles es poesía, una sabiduría verde que sabe del ritmo de las estaciones, de la luz y de la sombra, son otra forma de los pájaros. Un lenguaje que podemos aprender junto a los hermanos de pueblos originarios que resisten a la devastación del planeta. Felizmente habitamos una provincia con la mayor diversidad cultural del país, un tesoro para estos tiempos, para quien haya despertado.
A estos caminos del Cebil llega la valiosa propuesta del Teuco Castilla, Aldo Parfeniuk y Pedro Solanz, de fundar Bosques de la Poesía en el mundo: “Contra la devastación del planeta. Que los bosques de la poesía nos devuelvan la poesía de los bosques”. Nace en medio de los peores incendios forestales del siglo, en tiempos oscuros, en una pandemia global que intensificó el miedo y la devastación. El Movimiento Bosques de la Poesía que han fundado, promueve en distintos pueblos y ciudades la creación de bosques bajo ese lema, impulsados por poetas, artistas, organizaciones sociales y municipios de cada lugar, como una primera acción real y simbólica destinada a incentivar la participación activa de otros sectores en defensa de la naturaleza, considerada sujeto de derecho. En Salta ya se han inaugurado 4 Bosques de la Poesía en: Atocha, Portezuelo (Salta capital), Metán, San Lorenzo y La Caldera, y hay cientos de Bosques de la Poesía en el país y Latinoamérica.
“Y como una flor -como cualquier flor-
el poema no se mueve no se moverá
de su lugar en la fronda
de su sitio en el bosque”
Aldo Parfeniuk
En el marco del Inti Raymi, el Movimiento de poetas y artistas en defensa de la naturaleza, las acciones de conciencia ambiental y social de la Fundación Cebil, inauguramos el 21 de junio de 2020, a las 14 hs, el Bosque de la Poesía del Cebil, que contará con la presencia de Nadia Szachniuk, Carlos Vargas y alrededor de 15 poetas de Salta y otras provincias. Las actividades se realizarán al aire libre y con los protocolos vigentes.
El acto estará dedicado a los Pueblos Originarios de Salta, acompañando la lucha por sus derechos y defensa del monte nativo y al Pueblo Colombiano, gran defensor de la Madre Tierra, en solidaridad por los difíciles actuales momentos de defensa de su dignidad y derechos.
Las actividades comenzarán a las 14 hs, encendiendo un fogón de bienvenida al Inti Raymi, agradeciendo el inicio de un nuevo ciclo al padre Sol, Tata Inti. Luego se invitará a los presentes a realizar una instalación de poesía entre los árboles y a elaborar panes de alimentación consciente, con harinas integrales, diversas y no transgénicas. Esta actividad desea concientizar en la relación estrecha entre el destino de los montes nativos y el modo en que nos alimentamos. Los monocultivos y las industrias de alimentos masivos impulsan el avance de los desmontes, contaminan los ecosistemas con agroquímicos y desequilibran nuestra salud integral con el uso de harinas y azúcar refinadas.
A las 15 es la inauguración del Bosque de la Poesía del Cebil, Abrazaremos y plantaremos árboles, celebraremos este compromiso en un diálogo de poesía y música entre los presentes. Al finalizar, se degustarán los panes junto a un té de plantas aromáticas y medicinales de la huerta orgánica del Espacio Cultural Cebil.
Para conocer los Fundamentos generales, los Fundamentos del Movimiento Bosques de la Poesía y la fundamentación de este Bosque de la Poesía del Cebil, cliqueá aquí.

A continuación va la poesía de los poetas que acompañan el Movimiento por nuestros Bosques de la Poesía, en la fundación de este nuevo Bosque de la Poesía del Cebil.
LEOPOLDO “TEUCO” CASTILLA
BAULA
Yo, Baula, fui árbol de niño
y soy ahora
dormidero de murciélagos.
Al anochecer cuelgan, exactos,
hundidos en el aire
por el peso de su sangre.
Como los santos.
Vienen de volar por lugares
que no estuvieron nunca,
atacados
por todos los tactos.
Clavan en mí sus garras pequeñas,
se abren como flores que no ven,
como niños, tienen en los ojos
la noche primordial.
No puede verse el que está mutando.
Fetos de la gravedad,
no hay tierra
para el vuelo de la bestia
y la sombra del pájaro.
Ya no me recuerdo.
Me ha crecido dentro un cartílago de madre
y, a veces, cuelgo hacia la noche inversa,
mutando también yo
árbola
humana, seca.
FINAL DE LA JUNGLA
Mejor te quedas ahí, acuclillado,
con el hacha clavada en la jangada,
mirando las enredaderas suntuosas y fúnebres
cubrir de salvación
los troncos decapitados
las semillas que estallan en el vacío
mientras los aserraderos prenden luces en los galpones negros,
una noche artificial
que le atraganta la sombra al árbol
y lo mata en secreto.
Oye los troncos en el agua, mudos,
golpear los pilotes de tu casa,
como ánimas preguntan por su nombre.
Oye los huecos que dejaron los pájaros.
Mira la jungla descuajada
su ala huera calentando el aire
y el final de Borneo:
en el río, a la deriva, sobre un palo
la última garza,
infinita
y quieta
como una bailarina
flotando hacia la muerte.
SELVA INUNDADA
El tambaquí, el tucunaré, las pirañas
cazan alguaciles y escarabajos
en la copa de los árboles.
La inundación le comió a la selva
la sombra y el habla.
Las especies mutan:
la anaconda, amniótica,
seajaguara;
las nervaduras sumergidas
membranan
los murciélagos;
por el tronco del umbauba
emigra
un tropel de pálidos venados.
Sólo las hormigas
anidan, inexpugnables, en su meteoro
de saliva y rabia.
La superficie se desampara
Y detiene el Amazonas
para que mueva el pez buey
su pozo sonámbulo,
vuelva al monte
la leña hambrienta del yacaré
y al ojo fetal del planeta
el círculo
de la victoria regia.
Todos los ciclos fundidos
en el torrente inmóvil:
los segundos del colibrí,
el minuto del insecto,
la hora desolada de los peces
y la eternidad mendiga
del perezoso.
Hasta que haga pie la selva
y un guarán
con un golpe de sangre anuncie
que perdió su doncellez la tierra
desnuda y abierta
como una orquídea
en la hembra luz de su edad de oro.
LA HOGUERA
Lo que va a ser llama
Se doblega en las hojas.
Viene del fuego
el pétalo del guarán rojo,
el vino bermejo del Río Negro
y las raíces cárdenas, arteriales,
delamapa,
ese árbol
que es animal por dentro.
Al mediodía
cuando más coraje tiene el tronco,
la selva se encierra en su calor
como una bestia asustada
hasta que el perfume se le vuelve de hierro.
Cuando traen la tarde
las bandadas
que vuelan siempre en el mismo día,
retorna a su cetro el halcón,
suicida
su flor el nenúfar,
brotan
de su antiguo terciopelo
las criaturas nocturnas
y la selva
lujuriosa
enviuda
al roce de esos guantes de la noche.
Del incendio
sobrevive
un extravío de luciérnagas
y en los ojos del caimán,
vengativo,
el fuego.
ALDO PARFENIUK
EL NACIMIENTO DEL BOSQUE
Cayó el azul, echó a rodar, y se hizo el río.
Se elevó el verde, lloró, y se hizo el sauce…
Edith Vera
…Y cuando hubo que semillar la tierra
el Poeta buscó en su morral
los mejores frutos rojos de la siesta
los primeros claveles del aire de la madrugada
y el más intenso perfume de menta del anochecer
– verbos, adjetivos, sustantivos en flor-
que acomodó cuidadosamente en la enredadera
para que subieran por los hilos del sol
hasta las nubes
y descendieran
– hebras de lluvia, semillas de rocío, espuma de niebla-
a mojar el Bosque
de Cosmos y misterio.
La música todavía andaba suelta,
saltando sin compás de rama en rama
las aves perdían el ritmo de su vuelo
y tropezaban con sus propias alas
se disputaban la comida y hasta querían
apropiarse de otros nidos…
Hubo que nombrar a un rey -el Rey del Bosque-
para que armonizara las diferencias
en un solo canto
una vez que todo estuvo listo,
el Bosque echó a andar, lento y seguro
sobre la tierra.
y empezó a crecer en selvas y montes y montañas:
por todo el mundo. Para todo el mundo.
Nadie imaginaba, todavía, a los saqueadores
ni a los incendiarios…
Cuando se escuchó rugir a la primera topadora
y el viento norte trajo el olor del humo
de los primeros incendios
todos presintieron que se avecinaban tiempos malos
aunque todavía no había llegado lo peor:
ese tufo espeso y rancio, insoportable
de la carne quemada
y el viento, despedazándose en mugidos, en graznidos.
Y más atrás, el ejército de alambradores
sus guardaespaldas, sus tanques de glifosato,
y sus ambiciones de un verde mar de soja
para saciar la sed de sus bolsillos.
Desde entonces se escucha una Voz,
siempre ahí: cantando
potente
en la rama más alta
del más alto de los árboles:
para que el canto-alerta llegue lo más lejos posible.
Y canta tan en lo alto, que casi ya no se la ve
y uno no sabe
si el que canta es un pájaro
o es el Poeta
pero desde entonces se sabe que el Poeta
-su palabra que canta y cura-
es el que hará florecer una y otra vez
la vida en lo quemado.
(fragmento)
VERBENA SILVESTRE
Un pañuelito de enrojecida luz
como perdido
sobre los desolados páramos
en las cumbres más altas
a pesar del invierno
y el olvido del agua
y los gritos del viento
y el peso de los cielos
(o, justamente, porque su destino es
Ser
entre tanto debajo y tanto encima)
sexo abierto de la vida:
más intenso y obstinado
mientras más duras las pruebas
y escasas las posibilidades
el poema.
COMO UNA FLOR
Y como una flor -como cualquier flor-
el poema no se mueve no se moverá
de su lugar en la fronda
de su sitio en el bosque
desde allí y hasta aquí
hará que llegue el agua la luz
el aliento de la vida
y devolverá en perfume y al viento
su polen
su semilla al vuelo de los pájaros
enseñándome a soltar mi palabra
-utópicas esporas-
como una flor como cualquier flor
capaz de mover todos los mundos
sin moverse
de este mundo.
EL CERRO
Era el cerro, entonces, lo que nos llamaba
en la siesta a plomo sobre el pueblo.
El cerro. Su voz de pájaro inmutable,
de perdiz lejanísima; de crespín solo
solamente silbándole al tiempo
su pregunta sin tiempo.
El mundo de los chivos.
La frescura del viento contra el pecho desnudo
(el viento, todo el viento moviendo los mollares,
alisando las filosas crestas de la sierra…) :
busco un pasado de leña. De tramperos;
de hierbas fragantes. De hongos de coco
y de nubes despeinándonos.
Donde era el cerro y yo estoy
bajo un alto quebracho, esperándome,
llegan voces desde la quebrada más honda:
mis compañeros siguen buscando
el nido más cargado de trinos,
cantando
todavía cantando
una canción cada vez más lejana,
cada vez más borrosa,
con mi propia voz perdiéndose en la de ellos.
Vuelta a vuelta un eco me ronda por las siestas.
El cerro.
No es que estuviésemos más cerca del cielo;
pero sé que estábamos mucho más cerca
de nosotros mismos.
SOY EL RÍO.
Este de aquí y ahora
y de todo lugar y tiempo
donde gentes y bestias
esperan que la vida les llegue
desbocada
mostrándoles cómo es
ser libre.
Sigo y me sigo, transitando
el ser
y el no ser
con que la filosofía pensara
su dialéctica.
Respondo
a la lógica estricta de astros
lejanísimos
que amamantó la Vía Láctea.
Digo: que nadie desvíe el curso
de las nubes pacientes que de a ratos
me viajan.
Que nadie sople el azul del cielo que espejeo
ni arroje piedras sobre mi pecho claro
donde noche a noche -puntuales-
duermen estrellas.
UNO Y EL PAISAJE
A veces
uno cree haber estado desde siempre
en el paisaje.
Es cuando recorremos
su callada memoria
y andamos por sus líneas
dibujando el asombro, como
si le leyéramos a la naturaleza
las manos.
Sabemos esa tarde
que no hay dos cerros iguales
y que el agua de este río
no es la que conocimos.
Que en el verde profundo no se afirma
la vida: va naciendo
la muerte.
Somos las apariencias
de lo que nunca hemos sido
somos como el paisaje, siempre igual
de distinto.
CERTIDUMBRE
Sí,
entre aquellos frutos
de piquillín
y uvitas del campo
para el hambre del niño silvestre
-raza viento –
que negocia
con iguanas y abejas
un poco de miel
en la siesta
y estas palabras de grande
extenuadas
de lidiar con el telón de la noche,
tan lejos del monte,
el poema.
PEDRO SOLANS
RECUERDOS DE LA FORESTAL
A Gastón Gori, autor de La Forestal.
La Tragedia del Quebracho Colorado
Obrajero que vendiste el alma
como cuero de botas
y de carruajes
de guerra y tanino.
Desnudabas a la cocinera,
reías de violencia
ante la mujer
en bailes oportunos.
Y ponías trampa para el hachero
que debía implorar
un poco de respiro
para alisar montes
que se iban en rollizos.
Cuando nos invadieron
con La Forestal
el cielo se puso a llorar
En negocios traicioneros
con el himno enajenado
dabas latigazos de hambre
a tobas, criollos,
mocovíes y menchos,
y usabas tu panza llena de grasa
para que sinvergüenzas
griten en otro idioma
que tocaba la miseria en suerte.
Cuando nos saquearon
con La Forestal
la tierra sufría el mal
Entre el destino marcado
los sin tierras y las necesidades,
tu patria fue una apuesta plena
contra los vulnerables,
los enfermos
y orgulloso limpiaste
el cementerio de los teros
creyendo que tu sangre
era azul como los mares
y no la roja de los hacheros.
Cuando se fueron
con La Forestal
quedó la muerte nomás
Seiscientas cuarenta leguas
de tala y miseria
quebrachales llorando la querencia.
Ochenta años saqueados
Villa Berthet, Samuhú
y Colonia Baranda.
Duele como ayer
el olvido de los durmientes
piel curtida y un sapucay
Cote Lai
Laguna Blanca
y Charadai.
Cuando nos invadieron
con La Forestal
el cielo se puso a llorar
Tanto yuyo para los ariscos
yararás, pumas y mosquitos
en cuero por el calor
durante los veranos secos
y alcohol macho para el frío.
Ciervo Petiso, La Eduvigis
Laguna Limpia y Pampa Almirón.
Fue el infierno de la gente
las buenas costumbres
y la blanca corbata
para un cogote duro.
Cuando nos saquearon
con La Forestal
la tierra sufría el mal
Carlos Pino no había cantado
aún su contraolvido
ni su malestar,
y el gringo se había ido
para Villa Ángela
donde el Carancho Ramírez
no sabía nada
de su destino
y Coqui Di Raddo
no había encontrado
todavía su vaca atada.
Cuando se fueron
con La Forestal
quedó la muerte nomás.
MAL DE PERRO
Si en la geografía
que recorre tu sangre
no se ve la flor;
abre los ojos,
consuela tu alma.
Tal vez, la travesía
sea por los senderos
de un planeta oscuro.
Y, entonces; es necesario
la luz
de un mal de perro
que tengas al lado.
ERAN HERMANOS EN EL VIENTO
El sauce despertó
con su amigo sin lecho.
Fue una agresión inesperada,
una grosería humana;
y lloró.
Lloró por naturaleza,
y el arroyo fue una sinfonía
de piedras iluminadas.
las lágrimas del sauce llorón
intentaron detener
el mal presagio.
Pero las nubes escaparon
y la tierra resquebrajada
vio caer al árbol
seco, seco
de dolor.
EL SUR DE PUNILLA
¡Cuántas heridas, tierra mía!
¿Cómo te hirieron?
Dejaron la profundidad
al descubierto
un hueco al revés
y blanca la cuesta.
¡Tanta extracción
para llenar lo que no se llena!
No sé cómo abrigarte
con el milenario aliento
de mi pasado.
Solo brilla la mica
y el feldespato,
sobrantes de los veranos
en las aguas del río lindo.
Veo tanta belleza
generosa de tus sierras
para cubrir el frío
de tus heridas.
FLOR DE PALABRA
Necesito una rosa habladora
una flor de palabra,
no hace falta tan colorada
ni que se la entienda,
solo una ayuda
para buscar
lo que no se encuentra.
Necesito una rosa habladora
en cualquier idioma,
una flor compañera
de caminos
y aventuras,
que enseñe a morir
mientras viva.
TERESA LEONARDI HERRÁN. (“KUKI”)
DESPUÉS DEL HIDRÓGENO
Sobre desiertas calles
pájaros que caminan
El viento un extranjero visitante
descubre tras las puertas rostros quietos
devorados por luciérnagas oscuras
Ni amanecer ni noche
ahora que duerme en la ceniza
el ojo maravilloso
que creaba mundos
Pájaros que levitan hunden sus picos
en el mar de estrellas
Vuelo inútil
cuando es tiempo
de no encontrar el pez que dulcifica
el absurdo
cuando el aire huérfano de palabras
deja morir las alas
FOTO CON NIÑO Y ELEFANTE
Y al fin habiendo encontrado al soñado animal
inicias con él la ardiente travesía
de un diálogo entre pares
Sabes que éste no es el mismo que lejos en el tiempo,
fue la doliente bestia detrás de empalizadas
que de frío barritaba y lloroso escuchaste
Entonces te habías llenado de tristeza
y te conociste como un corazón compasivo
con oídos que escuchan el más leve gemido
nacido de cualquier viva y sagrada materia
En la foto tu brazo no alcanza a rodear
el abundante cuerpo sentado a tu costado,
pero es tu ternura, su larguísimo lazo,
la que une infatigable tu lisa piel de niño
a la agrietada y cósmica carne de tu hermano
En voz baja te cuenta su nostalgia del bosque
su diaria comunión de verdes hostias
que el sol le regalaba
antes de ser un nómade obligado
viajero por los mares
cambiando el concierto de pájaros y vientos
por los atroces ruidos de las grandes ciudades
Le levantas su oreja-pantalla
y en secreto lo llamas no con su frío nombre
«Loxodonta africana»
sino «etame» como la bautizó tu medialengua amante
Le prometes un mundo sin exilios ni circos
y el regreso al azul paraíso de su patria
donde viejos abuelos duermen entre manglares
Miro esta foto y pienso
en esa luz que viene de este tipo de encuentros
su claridad lavando las oscuras veredas
de este tiempo impiadoso
EL AMANTE DE LOS COLIBRÍES
El amante de los colibríes
reaprende de ellos la lengua adánica
la que habló durante nueve meses
en la azul esfera amniótica
Ahora en el descuidado jardín
su alegría se ordena en torno
al vibrar de alas que el aire transparentan
No hay dudas en esos cerebros llenos de sol
que buscan las aguas dulces que su huésped les acerca
No hay vacilaciones en esos cuerpos
cuando danzan tejiendo
sus breves y ardidas cópulas
Junto a las achiras el pastor de vertiginosos arcoiris
olvida el idioma que le enseñé
y con trinos llama al desayuno matinal
a sus hermanos equilibristas
HÉROES DE CHERNOBYL
Con igual heroísmo de los que en Stalingrado
vencieron a la bestia que triunfante avanzaba
liquidadores en Chernobyl pusieron dique
al río desbordado de la muerte
Una misma pasión une esos pechos alzados en muralla
ante la que expiraron los rubios dioses del ocaso
a estos que hoy por amor a sus hermanos
con su piel apagaron el fuego radioactivo
Camaradas que en Chernobyl alcanzaron
la más bella estatura
vuestros cuerpos hechos del mismo polvo
con que el cielo se alhaja en la alta noche
generosos regresan a ser materia cósmica
Pero las huellas de animal fraterno
de ángel terrestre digo comunista
que con dolor grabaron son ardiente memoria
Mañana un niño por nacer gozoso dejará su océano redondo
porque alguna vez hubo un Alexander Lelechko
que clausuró su sangre para que otra amanezca
mañana los amantes tejerán paraísos
porque sobre la tierra anduvo un Victor Kibenok
que se hizo sombra para que brille el sol de un largo beso
En Chernobyl la humanidad volvió a preñarse de futuro
mayo de 1986
MI AMÉRICA
Mi América
Mi Atlántida emergiendo en el caribe
Mi ocelote esmeralda saltando hacia la luz
Mi desalhajada que la historia vestirá de oro
Mi áspero acantilado preñado de estrellas
Mi región de Sandinos y de Tanias
Mi sinsonte limando en Nicaragua
la obsidiana del águila
Mi río de sangre confundiendo las vinchas y los yelmos
Mi madre de los jueves hilando lampadarios
Mi territorio de poetas combatientes
de Roque Dalton asediando con su cuerpo la aurora
Mi planeta mestizo asaltando el cielo
Mi muchedumbre de desheredados que fraguarán el sol
Mi América insurgente
Mi tempestad trayendo el pan la rosa el libro
para todo el racimo
VICTOR HUGO LELLÍN
pobrecita
tan intemperie
tan colchón desvencijado
con las bocas de las veredas
como cristos silenciosos
pobre
con su camisa abierta
en patios donde se le habla a la tierra
pobre
de pobreza dolorida en las traiciones
y en el aquelarre donde festejan
por su extensión de alimentos
por su extensión de subsuelo
y siente que se cae
ay y no quiere caerse
con su fortaleza desnuda
pobrecita mi patria
tan venas abiertas
tan sueño sureño
invierno 2019
hoy amaneci casi como un suicida
hoy amaneci con tus piernas y tu lengua
como metidas en mi sueño para siempre
hoy de nuevo
amaneci con una avidez de pasto
de luna de menta mirada por tus ojos
de tierra mojada
desposando mi corazón
hoy tengo el nombre de una plaza
que no se puede encontrar en sus canteros
y arañando las voceras de tréboles
desatar los nudos de aquella burbuja
que abre las puertas de la sangre
donde siempre
seré tu navegante
o el desparejo villancico
que se gasta en tus veredas como una escoba
como una escoba
hoy estoy lleno de natalicios
y de herrumbrosos candados con llaves perdidas
hoy amanecí
con la muerte de una bengala sobre la espuma
y tus piernas y tu lengua
metidas en mi sueño
para siempre
de “Por antojo del viento”
****
dolor a crisantemo que perdio las alas
a playa de color naranja
con redes gastadas
dolor del dolor que duele
en el lateral de una sonrisa
en esta llaga
este labio de panal partido
que suena a la herrumbre de bisagra
en la lagrima del tobillo
dolor al pie de la costilla
con música de esperas
dolor de diente viudo entre los panes
y a línea adormecida
en las ampollas de las manos
dolor de nidos a lutos incendiados
ameba crepuscular
que nos ataca en los pasillos
dolor a país
en esta piel
que retacea sus madrugadas
de “Manos a la Obra”
DARIO VILLALBA
LA SILLA FRENTE AL MAR
Hace tiempo otra silla fue vecina de ella
pero ya no está y frente al mar
ha quedado sola
Tiene la delicadeza de una durmiente
Yo veo la austeridad de sus partes erguirse
cuando en la abundancia de su alrededor
comienzan a aletear las sombras
y poco a poco se va derrumbando el griterío
En su obstinado esfuerzo por permanecer
de vez en cuando la brisa
le inventa pequeñas posibilidades de movimiento
La costumbre del persistir tal vez esté en los clavos
o en la intensa pasión de la madera
La parca silueta aguanta la severidad de la luz
el salto encrespado del agua
la constante formulación de la rutina
Pasan los años y sigue quedándose
aunque ya no esté en varias partes de su entramado
Igual contenida en su saciada inmovilidad se queda
quizás porque sabe que no se puede corregir la ausencia
Por las noches bajo la luna
a ras del agua una víbora plateada le murmura
La silla frente al mar parece preguntarse
cómo se mancha uno de azul
mientras serena
se queda sobre la orilla
aprendiendo lentamente el ahogo
LA CARRETILLA
Me contaban que la palabra entusiasmo proviene del griego:
significa tener un dios dentro de sí
Ella lo tiene
Es la única herramienta que tiene entusiasmo
Cuando se la nombra nomás
ya comienza a percibir uno algo cercano a la sonrisa
Si dan ganas de quedarse entre las sílabas
de decirla varias veces:
carretilla…carretilla
Porque la palabra carretilla tiene dedos
pero no para señalarla sino para acariciar el paladar
La palabra carretilla no cuenta un objeto: lo celebra
En su estructura musical la tercera sílaba actúa como punto de apoyo del acorde
orquestando lo que de lo contrario daría como resultado
un sonido asmático que rasparía la garganta
Carretilla…carretilla
Concluir la armonía en la vocal a es una genialidad melódica
ya que la a es la única vocal que permite frenar
el impulso acarreado en la segunda sílaba
y bajar un semitono para que no concluya la eufonía de manera tajante
sino que la deje abierta sostenida como una niebla
Por medio de este sistema uno
que al pronunciarla se ha mantenido en un estado próximo a la hipnosis
asienta los pies sobre la tierra y a la vez no
Por lo tanto el que dice carretilla canta
Cuánto regocijo al ver la sutileza
con que esta herramienta usa su forma para alcanzar tan alegre manifestación:
esa expresión comprimida del ofrecimiento continuo
en definitiva
su oficio de hermana
El que no entiende de qué estoy hablando sólo tiene que mirarla
Ella es toda su explicación
Y semejante compromiso no es gesto de su pose
Jamás se acostumbra a sus dimensiones
y en apacible posición aguarda cantidades mayores
de tierra ladrillos de lo que sea
aún sabiendo que su cavidad ya no puede reunir más:
como el amor hiere sus propios límites
Indudablemente tiene adentro un dios
La determinación excesiva con que compone su empuje
para ayudar al obrero en el traslado
Un desconocido vigor alarga los contornos de su aventura
Hay que decir también que la carretilla es sólo carretilla
No se pone en el lugar de la pala o del serrucho
No es como la pinza que a veces hace de martillo
o el mismo cuchillo que tantas veces hace de destornillador
La carretilla pone la totalidad de sus fuerzas en ser carretilla
Sabe muy bien lo que es y no solo lo acepta
sino que además lo asume apasionada
¿Si se cansara de ser carretilla qué sería?
Seguramente sería un juguete para niños de 2 a 9 años
La veo en la obra de construcción mientras el albañil fuma un cigarrillo
sujetado por el atardecer
(El sol se queda un poco más
para que todos tengamos casa)
Dada vuelta y sobre una pila de ladrillos
la carretilla descansa llena de lo que es
No como el hombre que ahora ha dejado el cigarrillo
para volver a su casa
y está hecho de todo lo que le falta
LUCRECIA COSCIO
AURORA
Tu madre surge en forma de rojos frutos
que penden de los molles,
racimos de pequeños mundos.
Reposa el sol de la siesta, en Cafayate.
Sobre los párpados, que tu padre besa,
estás en el vientre extrañado, al que le faltas,
y sobre todo en el aroma del jazmín de arroz
que se recuesta sobre la verja de los años
Resuenan los tambores,
al ritmo del pulso jadeante de la vida.
Estás en la voz de Juan: el amigo
que corrió a buscar a Doña Salomé
y allí quedó para siempre.
Te encuentro en los destellos de azúcar
de las playas que, durante el mes de enero,
se desnudan a la orilla del río.
Estamos en el puente, tan cerca de tu casa,
en el llanto de la vida
que inunda las cunas de acrílico,
de madera, de mimbre o de caña,
desde Salta hasta Vilcabamba;
desde Cochabamba hasta Cusco;
desde Siria, en barco,
hasta el puerto de Buenos Aires;
desde la orfandad de Tolombón
hasta el infinito de sus noches.
Juegas con las matrioskas
y sonríes y me miras con la luz
de la sorpresa.
Tantas mujeres parimos
para que tú nacieras.
CRISTIÁN ADET
A JOSÉ, HERMANO
“sueño, te retengo
escribo, te demoro en otro sueño
despierto
desaparezco”
No
no me vuelvo a dormir
hermano
siempre estás
del otro
lado
Algo te sobra
y algo te falta
y mi corazón
balbucea un caracol
como de lluvia lenta
polvorosa
casi muda de dolerse
en su saliva
Sabés
hermano
en el sueño hay árboles
antiguas músicas
gentes que se están
de cosas inconcebibles
y todo desaparece
en el viaje
de tus ojos
hasta los míos
-no hay astilla que rejunte
desde su brizna
la demencia-
Después
la noche inmensa
su silencio de víbora
en combustión
de fuego
y este sordo desamparo
que otra vez
me devuelve
al sueño
TIERRA PROMETIDA
Al Teuco,
frente a la tumba de su hijo Baltasar, una tarde en la caldera
Fuiste tumba de tus huesos
antes de ser barro que
se esparce al universo
mucho antes, pero siempre después de la poesía
-esa tierra a nadie prometida-
y tocaste tu carne tu barro y tu cansancio
como animal que se destierra,
toda su sombra para adentro
(pájaros de fuego
libando azhares
en camposanto
a cielo abierto)
y regresaste orillando los veneros
atravesando ruinas, templos, ciudades sin testigos
y enterraste tus huesos en el aire
para que nada descanse su infinito
Se oyen silbos en el viento
y un temblor de telarañas
va anunciando la llegada
de tus dioses
en la cuesta final
del cementerio
CASAS
Entonces no sabíamos que la luz se suicida en los andenes
Como si sólo un cuerpo pudiese detener los bordes de la lluvia,
las formas del crepúsculo…
Era la llegada de las casas
En trenes oxidados por viejos interminables aguaceros
caían de la luz
sobre las líneas azules de tus párpados
(la muerte es un color anonadado)
Por eso la distancia amojonó los campos
y sobre el páramo se durmió la neblina
entre apagadas voces
ya sordas
de su canto
Y no hubo rastro de tu cuerpo
bajo el cielo
desmembrado
CARLOS JUÁREZ ALDAZÁBAL
PREMONICIÓN
a Irma Liendro
Evoco la templanza de mis tías emparejando el mantel del desayuno. Mis tías aferradas a cepillos y esponjas. Mis tías decididas a alimentar sin pausa. Y la cantata aguda de un responso por los santos difuntos. ¿Era la pesadez lo que espantaba? ¿O la muerte aludida que llegaba de lejos? Con cierta lucidez yo advertía el futuro, el claro porvenir expresado en la mosca encima del mantel y la manteca.
ESCUCHANDO A LOU REED
La canción de las cenizas
desgarra el aire con sus lamentos:
prédica de lo que será, de lo que fuimos.
Afino la sintonía
y la cortina que disimula la nitidez
se desvanece para sacarnos una foto:
vos con tu manía de lo verdadero,
yo con la imaginación de una vejez perfecta.
Cuando la canción de las cenizas se calle
todo volverá a su anestesia,
ilusión de eternidad, espejismo de lo durable.
Pero la canción de las cenizas volverá a sonar
para acunarnos.
Confundidos en sus notas,
esparcidos en un mar a cuya orilla
arderá la hoguera de unos huesos
parecidos a nosotros.
MOTIVOS
No es fácil perder tantas peleas,
remontar las tareas cotidianas,
decidirse a vivir con la náusea en la nuca.
Resucitar por día, por minuto,
reencarnado en helecho o en hormiga,
resucitar contrarreloj en la caída
para evitar morir de doble muerte.
No es posible aflojar: así es el juego,
esta sutil condena de continuar naciendo
a pesar de los otros.
Por eso es que persisto en mi disfraz de circo,
porque la risa y el amor son escaleras
que trepamos sin miedo mientras nos resbalamos.
Quiero decir:
tus ojos me han mirado,
y así vale la pena tanto esfuerzo.
(todos los poemas son de Piedra al pecho, Valparaíso, 2013)
RICARDO DANIEL PIÑA
EL PLANETA SE LLENA DE RESIDENTES Y REBALSA.
Las hormigas son el principio.
Las civilizaciones del medioevo fueron construidas por esclavos y por hormigas.
Absolvemos a la naturaleza.
Perseguimos la paz universal en los ecosistemas.
Las hormigas desmantelan el nido, ante la primera vibración de alarma.
Las obreras cargan todo.
Primero la descendencia, la continuidad de la especie. Luego lo demás.
La comodidad de la protección puede ser la violencia prometida.
Miramos el frasco de plástico blanco con insecticida, medio lleno, medio vacío.
Nuestro cuarto parece “plantado” en medio de la selva de montaña.
Todos esos espacios que se llenan hasta desbordar de deseo, se nutren con amor.
Lo que sobra son gritos y palabras fluyendo.
“Todo lo sólido se desvanece en el aire.” (Marx)
El tiempo violento impulsa a las hormigas, en el instinto de sobrevivir, a deambular frenéticamente por todo el cuarto. El techo, las paredes y el piso.
Es verano, hace calor, llueve mucho…
La excitación son los rayos de sol que perforan tu cráneo.
Actúo de exterminador. Exacerbación del no. Mi faena está por comenzar.
Diluyo insecticida en agua. Miro a mi alrededor.
Comienzo y termino en poco tiempo.
Mis fosas nasales se resignan al deber cumplido y a la obediencia debida.
La habitación ha quedado vacía, hueca y latente de exterminio.
Era inabarcable la majestuosidad de la puna salteña.
Fui una hormiga en la inmensa huella blanca de arenisca del periodo civilizatorio
preincaico.
Fui ajeno a todas esas ceremonias y quise seguir subiendo las colinas
para fundirme con el fuego del sol.
El poema esperó por la evocación.
El poema fue una obra irreal.
Me desesperé en ese gran silencio caliente.
Los huesos blancos que vimos en el museo de Santa Rosa de Tastil, de más de 2.000 años eran de los habitantes de esa planicie de rocas blancas.
Luego
de envenenarlas,
no entendí si era el líquido blanquecino y aceitoso
que las estaba deteriorando rápidamente pegándolas al piso,
o era la mortífera función del insecticida,
que las aplastaba y las retorcía.
Nadie resiste al avance de la ciencia y la tecnología. Solamente los insectos. Pensé…
Sabemos de los habitantes de esta tierra, anteriores a nosotros.
Porque la historia es el hospedaje original.
En algún lugar hemos oído las voces de los antepasados.
Caminando cerca de los ventanales de la casa.
Por encima de los libros, la cama, el piso del cuarto, y por el techo de listones de madera. Todos los escenarios fueron de agonía y muerte.
Me subí a un banquito de madera para llegar al techo,
a las hendiduras de los machimbres, por donde anidaban las hormigas.
Apunté el pulverizador, y no fui Guillermo Tell (de Friedrich Schiller, que tiene como protagonista al legendario héroe de la independencia suiza).
Alguna micro-gota que escapó de la región pulverizada, fue a dar a mi ojo izquierdo.
Los capilares son la parte mínima de cualquier sistema.
Intercambian con el medio los fluidos que transportan.
En este caso el sistema circulatorio que irriga mi ojo llevó la parte más dolorosa.
La luz eléctrica contribuyó al desarreglo, forzando mi vista.
Valió la pena salir del cuarto, con el vaho ácido persiguiéndome
y humedeciendo mi espalda.
Cerré la puerta al salir. Encendí un cigarrillo.
Y en la ensoñación provocada por el veneno en el aire,
recordé esa pintura del 1500 de la batalla de Laupen donde Berna y sus aliados suizos exterminaron a las tropas austríacas.
Espadas empuñadas como cuchillos,
lanzas clavándose en los cráneos de los guerreros austríacos.
Un torbellino de asesinatos. Las guerras del siglo XVI eran carnicerías.
Los imperios se construyeron amparados en asesinatos.
Campos de batalla.
Clases dirigentes y la representación.
La perplejidad. La incontinencia civil.
El licor venenoso reinante en la temperatura de la pieza.
La nicotina relajándome las neuronas.
Algunas hormigas volando y estrellándose en las ventanas.
Pude verlas asistiéndose entre sí.
Las que todavía, tenían signos, se acercaban a las agonizantes. Nerviosamente.
Todo el nido diseminado por la pieza, agonizaba como un órgano con sus funciones derramadas. Esperando el colapso.
La antropología forense no distingue la causa de la extinción
de la civilización preincaica de Tastil.
Fui observador de la caída de un imperio.
ROCAS SUPERPUESTAS.
Me esfuerzo buscando rocas en esta naturaleza,
en las pendientes, la quebrada, en los senderos, los caminos…
Las transporto por la pendiente del cerro. Las subo o las bajo.
La razón que funda el comenzar el trabajo, es el lugar donde a uno lo elige la roca más grande.
La base del monolito.
Lo que llegará a ser la base del “menhir”.
El coloso que sostendrá la columna.
Coloso de Rodas es la espuma de la madrugada.
Las descubrí apoyadas en los troncos de los cebiles.
Estaban escondidas bajo el mantillo del monte,
camufladas entre los montículos de hojas secas.
Se presiente algo de magia y poderío originario en sonidos, colores,
movimientos de la pendiente.
Así debí sumarme y respetar el enojo de la piedra.
Sentirla en el tacto y en sus rugosidades.
Cómo serían los dioses del valle? Campanas en la luna…
Estaré manipulando sus hijos sus lágrimas sus escalones sus astillas.
Su saber decidir cada lado de apoyo.
Me esfuerzo al moverlas una sobre otra, de un lado a otro. Y encimándolas.
Los perfiles, con sus caras y en mi cintura pelviana y escapular.
Termino pensando, cómo serían los dioses y silencio del agua en la lluvia?
Pájaros como manchas saludan, y les hacemos un espacio en la roca.
Las rotamos sobre su eje. Las giramos sobre sí mismas.
Las apoyamos percibiendo el peso que descargan sobre la anterior.
Sentir y contener el desmoronamiento. Eso es la gravedad.
(Esta es la misión del poeta: percibir y salvar el desmoronamiento de las cosas y los sentidos.)
Contenerlo con la propia fuerza, y volver a comenzar todo, otra vez.
Levantarlas, amarrarlas y buscar el equilibrio de probar la fricción con el aire,
la justicia divina de la semilla en el viento. Y el jugo de la mano revestida de barro
y transpiración.
(…y tus manos resbalarán a cada lado de tu cuerpo que apenas me entiende, y se cifra de retiros espirituales y gestos celestiales. Coagulando eternamente en aquel abuso de infancia.
Y te alejarás cada vez más de mí, por ser un hombre…)
El peso del lodo fundador de la creación.
Y el punto de apoyo, suele desprevenirnos, a medida que se enciman otras piedras.
Como un enunciado de poder, sorprendido en el poema de amor.
El menhir en formación se convierte en un helipuerto de grillos y escarabajos.
Nos inseminamos de materia y memoria. Como una forma de sobrevivir a los fantasmas.
Una delicada manipulación de la roca, desde la humedad en los intersticios justo por debajo
del apoyo por el que ha permanecido pegada a la tierra toda su vida.
Nos enseña la rutina de asirla sin que resbale y nos caiga encima de una pierna o un pie.
La roca es indócil como un niño salvaje. Juega a la liviandad. Se cree con alas de insecto.
Piedras de tamaños distintos, rozagantes o de facciones filosas.
Como gestos de fastidio o alegría. Sobresalen del mundo por sobre la superficie
en pendiente del cerro.
Son los testigos de todo.
Corroboran en silencio lo que presenciaron.
Suman a su peso las insatisfacciones del tiempo de intemperie.
He seleccionado las mejores.
Toda suma de rocas dice algo de inclusión, tensión y expansión.
Se va formando con la superposición y la suma, una figura antropomorfa mineral.
De vigía. Que ahora nos mira desde el bosquecillo de cebiles pequeños,
el vigilante de los días y las lluvias torrenciales.
Apenas camina un poco por el lugar, cuando nadie lo ve
y vuelve a ocupar su puesto de centinela y protector.
Y mientras tú, no tienes valor de aparecer frente a mí.
Y mirarme a los ojos para explicarme lo que sigues espejando de la crueldad
de mi comportamiento. Puedo recordar tu discurso iracundo sacudiéndome las sienes.
Puedo ver tus dedos. Tu pelo marrón rojo y amarillo.
Puedo saber tu deseo de que no debería haber sido así.
Los nidos de lombrices, serpentinas escarbadas en su base.
Las arañitas refugiadas en los pisos de arriba.
El agua de la lluvia resbalará.
Los rumores de aves y de insectos sobrevolando.
El recuerdo de mi viejo que me sigue por el aire
como una órbita de un planeta de polen.
Aparece siempre que me falta el momento y mira desde lejos.
MARTA SCHWARZ
Para el Bosque de la Poesía
Alimentado por la tierra y el cielo, el árbol es el símbolo de la potencialidad humana: crece desde lo minúsculo de la semilla y, ante las adversidades, puede más su anhelo de altura.
Lección viva, prodiga su sabiduría a todo aquel que se detenga a mirarlo.
Hay árboles grandes como casas, y otros pequeños y finos como un bordado.
Hay árboles fragantes, árboles que lloran, árboles que florecen en estallido de colores, árboles cuyos troncos y ramas son joyas, árboles que nos alimentan con sus frutos o nos curan con sus hojas y, todos, son refugio de pájaros y de caminantes.
El cielo es más hermoso visto entre las ramas de un árbol.
La tierra es más acogedora cuando podemos apoyar la espalda en su tronco.
El viento se vuelve susurro y canción entre su fronda.
Magnífica y generosa criatura que embellece el planeta y lo nutre.
Sólo aquellos que se odian a sí mismos son capaces de dañarlo.
(Publicado en El Tribunito. Salta 2009)
AYER
Creció mi corazón como el arroyo
que en plena tempestad lo cubrió todo
todo menos al sauce
que resistía
y se quedó de pie
relampagueante en medio del espanto.
A veces lo nombraba
con la serenidad que engendran los diluvios.
Lo miro y toco hoy
aunque hace muchos años que no está.
Hay congojas que duran para siempre.
LLUEVE LLUVIA
Lo que hay de vegetal en mí
ama la lluvia
con una fuerza superior al llanto
y tanto necesita de su canto
como del aire azul que la genera.
Llueve lluvia, lloved, que en las caderas
se necesitan brotes como manos
para atrapar la luz que espera afuera.
Llueve lluvia, lloved
que en las raíces
hay una sed de verde
que atraviesa las rocas y las sales,
siempre en busca
del abrazo total que da la tierra.
JUAN CARLOS MOISÉS
LOS ÁRBOLES TIENEN SU BIOGRAFÍA
Estos árboles tienen su biografía.
Siguen en pie aferrados con uñas
y dientes a todo lo que arraiga.
No sé, ya no sé, me tientan
las dos opciones, estar plantado
como esos árboles y ser un penacho
llevado por el aire.
¿Pero quién puede ser dos cosas
a la vez y estar en lugares que son
el único y el mismo? La poesía.
¿Y qué es la poesía?
Una cuenta que corre por fuera
del sistema métrico decimal
y de la geometría euclidiana,
una onda de radio que viaja
de tu cabeza a la palma de mi mano
y de la punta de mis dedos
a tus ojos abiertos.
Se termina la tarde, llega la noche,
los árboles se rozan como enamorados
en el parque o como borrachos alegres
que vuelven del bar hablando picardías.
Camino bajo estos árboles en la oscuridad
y hablo como si nadie me escuchara
y callo sin saber si querían que hablara.
Dan ganas de ser un árbol,
acaso lo sea, desde el primer día lo fui,
uno más de la arboleda
y no pude enterarme.
Siempre va a quedar la duda si la verdad
a secas es que no hemos logrado ser
otra cosa que un sí o un no.
EL ÁLAMO DEL JARDÍN
Nos paramos frente al álamo del jardín,
es siete veces más alto que nosotros,
dos veces lo que era cuando calculamos
su crecimiento por última vez,
y recuerdo cuando alcanzó a duras penas
nuestra altura, parecía que así iba a quedar,
para entrar por la puerta de la casa
con el deseo de ser uno de la familia.
Pasó el tiempo y ahora es el árbol más alto
y el que da la sombra más amplia del lugar;
lo miramos con asombro y hablamos de él
como hablan los vecinos que lo conocen
desde que era una vara sin ambiciones.
Los años lo volvieron desconfiado.
Es un hecho, ya no quiere oír las voces
de los que estamos dando vueltas a sus pies.
¿Para qué necesitaría escucharnos?
Sabe que nunca tendrá la última palabra.
EN MEDIO DEL TEMPORAL
En medio del temporal sólo se escucha
el temporal, es un rugido
continuo y sostenido
que adormece por saturación.
No hay sorpresa en esa rabia,
hasta que se oye el canto de un zorzal
en las ramas del damasco o del manzano.
La sensación es que el temporal retrocede
y otra realidad con forma nueva se deja
ver en el follaje, cada cosa atrae a la otra
como una conversación que se impone
y se descompone en sensaciones.
Habiendo dicho lo que tenía para decir
el zorzal se va con dos aleteos
y no lo volvemos a ver.
Para nosotros vuelve el temporal,
que nunca se había ido.
MARCELO “PAJARITO” SUTTI
DE GOLPE LA LLUVIA
A Juan Ahuerma Salazar
Vi las gotas caer sobre su frente.
Ella miraba un cielo de neblina
y gozaba con esa lluvia fina;
pequeños alfileres inocentes.
El mundo fue una esfera y la mañana
en una pompa de cristal de roca
bajaba con el agua hacia su boca
como sobre la piel de una manzana.
No sé su nombre pero vi su cara
cuando el instante dura un día entero…
alegrías que el tiempo le depara.
Ahí va sobre su alfombra a cuatro ruedas
acariciada por el aguacero,
volando casi al ras de la vereda.
MALABARES
Circo de una ciudad cuadriculada
con aliento quemado a kerosene
y zancos donde apenas se sostiene
un porvenir de vocación frustrada.
Aros, clavas, pañuelos tricolores,
la inocencia de un perro sobre el hombro…
quien mira, por nostalgia o por asombro,
ofrece unos papeles redentores.
No siempre hay una cruz en cada esquina,
la juventud decide otra rutina
y su talento va detrás de un sueño;
semáforo de luz condicionada,
el faro de una isla desolada…
también la libertad esconde un dueño.
ELEGÍA
A la memoria de José Luis (Cachete) Salazar
Me voy de a poco, sin haberme ido,
como el río en la orilla de su espuma
o el aire en una flor que se perfuma
divisible y fugaz, casi perdido.
Lo que fuera un recuerdo compartido
es orfandad ahora, sólo bruma
de aquella juventud donde rezuma
el insomnio de un sueño ya cumplido.
Fuimos el epicentro y la distancia
unidos por el suelo de tu infancia
en la tierra de nadie. Hoy me hiere
la lealtad que impone la alegría,
porque el olvido es una fantasía;
el alma de un hermano nunca muere.
NICOLÁS LUPIÓN
ACASO
Acaso en la madrugada
Sin ruido alguno en el aire
y en el suelo
Tan solo la llama lenta
Aliento del tiempo
y algún pájaro que despena el sueño
Tal vez algún crujir de la madera
Música del tiempo.
Acaso el alma también calla
Los ruidos del día venidero
Los motores, las gentes, las calles, los perros
Las palabras, los chicos, las ollas, mi cerebro.
Quisiera quedar así
que se pare el tiempo
Pero el sol mata la noche
Acaso suceda que después del día
Regrese
lo que voy perdiendo…
PAZ
Ese olor a caramelos
en las manos de mi hija
El olor a pasto
A rio y poleo
El vaporoso olor del monte
Esos olores siguen míos
Como un sueño lejos
Adonde quiero volver siempre
A reposar…
Apretando fuerte los puños
La cara, la vida toda
El ácido carcome
Agota, enerva
Vive y hace morir
Apresurados pasos en la mente
Y en el cuerpo
Cruzan planos, dimensiones
En segundos…
Y la kilométrica carrera
Que razón tendrá
Por eso elijo volver a empezar, siempre
Desde ese espacio
Desde ese olor
a caramelos
En las manos de mi hija
RAZONES
Sin espacios, sin pausas ni suspiros
las horas y los días
mi memoria
Como una rueda
En el patio de mi vida
Vuelve la mancha de barro una y otra vez
siempre… implacable…
y mancha
y deja huella
Pasa lento el tiempo
O no pasa tal vez
Pasa mi memoria por todos los rincones
Pasa sin querer por los rincones
Cuarenta y seis razones para salir del lago
Caer a tierra, tocar el polvo, soltar los remos
Dejarme llevar por el aire, sin razón y sin olvido,
Sin tedio, sin prisa, sin miedo, sin cansancio
Distancia por medio
Sin rutina…
REDUCTO
Fuego
Básico e instintivo
El hombre frente al fuego se delata
No hay luces ni ciencias
Ni ninguna perorata
Ni mercados ni accionistas
Ni dinero
Miles de tiempos bajo esa misma lumbre
Precario y ausente vive de repente
Frente a frente en su ritual danzante
El hombre se convierte en hombre
Mirando la llama de la vida y de la muerte
El hombre se convierte en hombre
La crueldad lo espera afuera
Tiranosaurios, romanos, nazis
Mercados, bancos, internet, las rutas
La rutina, el frio
y el abismo.
MARIO SARAVIA
I
Las naranjas desprenden un perfume triste
junto al cajón vacío de mandarinas.
Aferrado en la ristra
un ajo al que le faltan dientes
sonríe su halitosis.
Dentro el nailon las bananas,
tapadas de pecas,
sangran un néctar negruzco
que eleva una danza de micro moscas.
la radio, el fondo de baladas,
el random de los días,
como un cuadro que se niega al olvido,
se abriga de resolana.
En la vereda el perro de cada mañana
estorba la escoba
y escapa
y se pierde
y vuelve.
Mientras todo transcurre
alguien levanta las dos zanahorias
y se resigna que no quedó
ni un cuarto de zapallo
y niega a la esquina sin el verde de la acelga ni las frutillas, ni las uvas,
ni el buen día María.
La verdulera ofrece el tomate
a elección (sólo para salsa)
mientras hurga en el bolsillo
la última moneda corre
entre un par de billetes.
Cuando el reloj marca las 13
una arpillera rebasa
sobre el cesto de residuos.
Unos días después
las maderas de pino se tuercen,
y se empolvan las baldosas
y el cartel ‘verdulería’
ofrece local en alquiler.
I
Diría que es triste sentirse cataléptico
pero es el efecto de las cuatro paredes
del ir y venir en la jaula
de saber que toda muerte
está programada.
Una alarma entra por los oídos
y choca en el muro de los dientes
la mía suena a las tres
al principio de la segunda jornada
cuando la sombra me sigue las pisadas y emulsiona en el asfalto.
Entonces decido fumar
hacer humo el alma
besar las brasas
morir con placer
Si viviera en el polo mi muerte seguiría siendo a las tres
eternamente a las tres
y no es la hora lo que me jode
me jode caminar por el surco de la huella diaria que se hace cada vez más profundo
que me hace olvidar el pulso,
como el perro flaco que me ladra
a una cuadra del trabajo
que reclama los límites de su territorio
porque no piensa más que en su resguardo
Diría que es triste sentirse cataléptico
pero es el efecto del cansancio
de las urgencias
que me hacen desprender
de mis propios intereses
que me hacen descuidar la flacura
y olvidar el goce de las tardes
fuera de la ciudad
Y vos me ves:
una figura fantasmal
atravesando la siesta del valle
como la memoria insistente
de los hombres y los jornales
mal pagados
y me vuelvo natural en tus ojos
en la lógica del esfuerzo desmedido
y me vuelvo tu enojo
cuando corto tu ruta
que también es mía
con la idea de desprogramar
el reloj que acelera cada vez más
mi muerte
Diría que es triste sentirse cataléptico
pero es el hastío necesario
que indulta la pena
de una vida expropiada
y vos, me ves
sólo me ves.
II
Feisbuc me pregunta
qué estoy pensando
Y lo primero que se me ocurre
Es que nunca me gustó trabajar
Porque he trabajado en supermercados reponiendo mercaderías
hasta joderme la espalda
remarcando precios
sin comprarme nada
por que fui cajero
y vi pasar mucha plata tikets y cupones
que superaban mi sueldo más de cien veces
He sido carnicero
me he cortado los dedos
y me dolían las manos por el frío
por éso cuando como asado
siempre quiero del bueno
y a veces me pinta el pedo
con un rico vino el día del franco
O un domingo aunque me cueste un huevo
he sido vendedor
he llegado a los objetivos de ventas
he sido Productivo
y he resignado horas extras
He llegado tarde al cumpleaños de mi hija
y me dormí a las 12 en fin de año
He sido buen empleado
y he sido explotado
He sido explotado
pero tenía trabajo
a pesar de que no me gustaban
porque éso significaba que yo
ocupaba el lugar de alguien que
Estaba sin trabajo
porque éso me decían
Cuidá tu trabajo
Porque afuera hay 100 tipos esperando
Y eso los hacía mis enemigos
Y no quería a mis compañeros
Que se creían el cuento
de que en el trabajo
éramos una familia
que si les iba bien a los dueños
nos iría bien a todos
y éso también era mentira
porque cuando al dueño
le va mal, nos va mal a todos
pero cuando no, sólo le va bien al dueño
Y sigo pensando que
nunca me gustó trabajar
Si hubiera decidido decir
qué estaba pensando la semana pasaba
hubiera contestado que éste mes
me suben el alquiler
que me va a costar pagar
porque con la plata todo mal
y el país todo mal
que el gobierno
que el gradualismo no existe
que nos dejaron en shock
y a muchos sin trabajo
y que todo igual o todo peor
Estoy pensando (mientras escribo)
que feisbuc es imprudente en preguntar
que no es el mejor día
Para contestar su pregunta
Porque yo quería escuchar música
Diez veces el mismo tema
Quería mirar una película,
Leer un poco y descansar
del trabajo (que no me gusta)
I
Y un día desperté
Pensando
Lo libre que soy
Cuando escribo
Quiero promover libertad
De verdad lo necesito.
¡Que la escritura se vuelva pueblo!
Escritura creativa y popular
Que la letra “O” circule libre
Como pelota en el potrero
Que los libros todos se abran
De estampía
Como el cielo
Que despejen las mentes
De la oferta de siempre
Que el poema sea social
Comunitario
Que la escritura llegue a los barrios
Sin pasar por el Ministerio
Que salga de la institución
Se escape de la sala y del teatro
Sin resolución que la apruebe
Sin el grupo literario
¡Escritura al aire libre!
¿Independiente?
No
Escritura del pueblo
Escritura en ronda
En la plaza
Escritura autogestionada.
¿Y si no sabemos escribir?
¿Y si no sabemos leer?
Sabremos escuchar
La política pública
De alfabetizar
Que el cuaderno sea un marco
Teórico y diverso
Un arcoíris que guarde
Palabras de oro
Palabras de pueblo.-
II
Cuando sea lesbiana
Voy a ir a buscarte
Para ver en tus ojos
Si te hago reír.
Mueca para un lado
Mueca para aquel otro
Yo voy a ir
A morder tu sonrisa.
Detrás de tus rulos
Voy a esconderme
Y por pícara,
Voy a morder tu sonrisa.
Y si me hago lesbiana
Me reconozco, o reflejo
Tímidamente
En tu piel
Y no puedo salir
Del ropero,
O de mi casa
Pero igual te hago reír,
Solo va a faltarme
Otro poema:
Morder tu sonrisa.-
III
Conjuro Altiplano
¡Cosecharás tú!
¡Sí!, hembra
Cosecharás sobre tu propia tierra
Y ningún espantapájaros
Ahuyentará tus aves sagradas
Esas que cuidan el territorio
Y de tus ríos se hidratan
El cuerpo será tuyo
Lo será la política y el canto
Con la literatura será otro tanto
Mejor trenzar poesía y lucha
Que vestir patrones o santos
Tus polleras, ¡no significarán más!
Sometimiento decorado
Serán las ropas más sueltas
Esos bonitos aguayos
Para pararte frente al fuego
Y ver en él reflejado
La libertad de tu pueblo
Un inmenso mar boliviano.-
EDUARDO ATILIO ROMANO
RITUAL
Hice por última vez el ritual
para poder embarcarme
y ofrecerme a los dioses.
Sé que me llevan
a otras tierras
para labrarla
para ser su abono.
EL VIATGE
El viaje me lleva.
Atrás,
la serpiente
la copla
y el lamento de los amigos.
Las noches aprisionan
y en la sima
no hay peces
ni tierra firme.
Antes de llegar
me libero;
el peso del hierro ya no duele
el sable conquistador ya no lastima.
RESPIRACIÓ
El oro se mueve de un lugar a otro
busca respirar,
el ahogo
le entra por los ojos.
En el fondo
de la barcaza
nadie lo escucha
ni lo ve desangrarse.
EL BRUIXOT
Yo soy el brujo
el hechicero
el chamán:
El que ve
por el Ojo de Dios.
REIAL
Otra vez
estoy aquí
zurqué el Real Mar
para llegar a esta orilla.
Hoy no me postré.
Ni traigo dulces.
MOVIMENT MECÀNIC
Traigo
el suave perfume
del viento blanco
su columna al aire,
también canciones
danzas de mis abuelos
los chamanes
del Orinoco.
La cruz
el hierro
el movimiento mecánico
de los hombres
no nos sirvieron de nada.
QOSQO (Libro de poemas) editorial suri porfiado, Bs.As., 2009
FERNANDA ÁLVAREZ CHAMÁLE
Mis manos
tocan
un temblor
no sé
de dónde
viene,
tal vez sea mi corazón temblando
la excesiva saturación
de oxígeno en sangre
el calor mojado de los labios
la agitación del agua cuando nado,
el deseo, ese inadvertido manantial
La tierra tiembla a las 23:20
en principio, mi escritorio
con la casa entera
el techo de cinc tiembla
con las palomas dormidas
ahora despiertas
despierto
de un sueño más, tal vez,
mi cara nueva no es preciosa
pero es: ella
en las noticias,
la gente todavía muere
llora, se asusta
deja las calles o las toma
en el patio, un molle mira
cómo el sol se hamaca
y tiembla
la siesta
es un beso
esperando una lengua
los animales que pian y ladran y ronronean
viven, ellos también,
una vida
muro tras muro tras muro
yo
estoy
temblando.
PD: “lo mejor es no tener miedo”
***
Alguna vez
me acerqué a mí, me dije
cosas inmensas y sinceras al oído
que sonaban como mi cuerpo
en las aguas
de un río tibio
como cuando respiro
casi ya sin aire
pero con aire,
un poco, suficiente,
como para vivir
o morir feliz
lo suficiente para decir que soy,
que sigo siendo
todavía así, incluso, sumergida.
Es revelador sentirse,
no, no tal como a diario
se siente el sentir.
Reconocer la humedad
amorfa del latido del corazón
danzando canciones desconocidas
que, sin embargo, aguardaban
desde lejos la voz
del tacto para ser escuchadas
para ser, ellas mismas,
zonas habitables
de lo que asoma
manantialmente
y no se sabe,
hasta que se escucha
se canta
se danza
se tiembla
y se deja que sea.
***
Estrategia para la herida por venir
Saber intuir la herida
que te hará menos infeliz
conocer su talle
el círculo poligámico donde anida
hacerle un espacio en un rincón semicálido de la casa
tenderle sábanas limpias para que se cubra de ella misma
en la noche, sigilosamente, preparar
las trampas en las que caerá.
Hay que conocer o al menos presentir
qué herida nos derrumbará
tal como se precipitan las rocas de la montaña
sobre la cornisa de las ganas.
Comprender dónde caerá la bala
la palabra maligna que envenenará
la memoria de desconfianza
de temor o rencor o rabia.
Incluso hay que saber quiénes serán los verdugos
que la usarán como arma
quiénes y cómo expandirán la herida
como cráter sobre la almohada
a sabiendas que en el reclutamiento
del posible personal destructivo
puedan encontrarse quienes te aman
quienes entregan por tu vida
pedazos amorosos o monstruosos
de sus vidas.
Saber también que la entrega
es un combo incierto de vicisitudes
ambiguamente diversas.
Hay que conocer la herida
que te dejará sutilmente desamparada
ante las heridas viejas
comprender el movimiento
de sus tentáculos asfixiantes
las dimensiones de las escaras
sobre el cuerpo invisible de tu cuerpo.
Hay que saber que la herida
duerme intermitente
y a veces despierta en lugares
y momentos imprevistos
como un niño caprichoso
exigiendo volver al vientre materno.
Se cree dueña, la herida,
de todo lo que te duele,
tu columna y tus omóplatos
tus ojos y riñones y estómago
los recuerdos reversionados
el presente disidente con tu presente.
Hay que saber cuándo la herida
se aproxima con un rostro ajeno
casi seductora
saber en qué sitios descansarán
tus manos inconscientes
y el cariño de tu tacto,
despertarte antes de que se despierte.
No
No huir
Despertarte
Hay que saber cómo estar
parada ante la herida
quedarse quieta, como yo ahora,
mientras avanza,
admirar su oscuridad fascinante
sin intercambiar palabras ni pésames
Dejarse mirar, una vez más,
aunque atraviese, la herida,
el lugar que no elegimos.
SILVIA KATZ
Había una vez
una voz
una voz que
en un bosque
había
en vos
una vez
CONJURO
El viento besa las hojas
cada tarde
les alborota la savia
con sus historias
y ellas
ellas se hamacan
para no dormirse
no vaya que
despierten muertas.
LAVANDERAS
Las sombras
se descuelgan del puente.
Caen
los vestidos penas grises
que la sana costumbre nos impone.
Quién pudiera,
como ellas,
entregar su desnudez al río
y después sentarse
en la paciencia de las piedras
a esperar que el sol
nos explique
de qué color estamos hechos.
VERÓNICA ARDANÁZ
viajo buscando el árbol que soy
sabiduría verde
telar sin bordes
juegos de abundancia donde una piedrita es mundo
terroncito de tierra, la casa
madreperla
mariposa
inabarcable
certeza en los huesos
insolente fe:
el tiempo no es una moneda
ni un hueco cerrado
insensible al olor de la lluvia
Fragmento de Mariposa de hueso, 2019 (reedición La Juana cartonera).
“La palabra es más larga que el hombre”
Tiluk
Este camino
es mi cuerpo o un yuchán
con su tronco habitado de ancestros.
Mis palabras parten al Chaco,
antes que mi cuerpo
llegan al lugar donde soy
un árbol intocado
o una vasija
con los colores del río,
donde hay voces de semillas en el agua.
Todos los caminos van hacia adentro
hacia lejos, hacia siempre.
Todo se transforma
a su ritmo
el cuerpo
es una palabra interminable.
NOLHAMTES TAJUAYPE HINHO
TILUK
NHAYIJ’NÁ,
HAPE OTHISAN WOK CHEMLHAK
HAPE HALHÁ’CHO TA’ IJI LATECHEL
NOLHAMTES TA’ NEKEN TA’ TIYHAJE CHACO
THICHUNEJ OLHAM HAP’ OTHISAN
TAJHE HONAT TA’ HAPE OLHAM
HALHÁ TA’ HANEJ PHANTE NOCH’OK , WOK HAPE IYHATE
TA’ HAPE LHAY TIYEJ TEWOK
TA’ NOPAKHAS TIYEJ HAP LHOY TA’ IJI INAT.
NOLHOKEJ NHAÑEY TIYAJHO LACHOWEJ,
WOK TOJCHIÉ, WOK LAPES’ IHIJÍA.
NOLHOK NHAÑEY LHAIWELANTICHE, WHAHÚYE, NOTHISAN’NÁ
AP NHAYIJ TA’ PITAJ.
Del libro LHÄ WATSANCHEYÄJ / NUESTRA NATURALEZA VERDE SOSTENIDA, poesía intercultural, Ediciones del Centro Cultural Tewok, 2021.
ROLANDO VARGAS
LA CIGARRA
Hoy desperté en plena pascua,
con el sol tajante y un concierto de cigarras
que me he puesto a creer en la resurrección.
Ayer el frío y la soledad y el duelo,
de no saber, de no poder, de no salir
Antes la lluvia, con sus gubias del agua,
empalizando los ojos de neblina.
Hoy canta la vida con su coro sin alambra
con su orquesta de zumbidos
(el silencio es orfebre de la música)
Y qué decir, me ha venido como un alarde de esperanza
que aunque el dios barbado pueda no hallarse,
hay criaturas tan parientes de nosotros,
que una vez concluidos
los entierros
salen a empezar sus alas
para amar hasta morir
porque otra cosa
no han venido a ser
en este mundo.
INVOLUCIÓN AL VERSO
“¿Cuándo es que comienza,
(si es que ocurre alguna vez)
la lenta transmutación del mono en poeta?”
Se preguntaba mi amigo, ante el hueso limpio
de algún verso hallado con vida.
¿Qué es lo que crece, qué lo que muta,
qué garra se gana o se pierde?
¿Cae un diente, cesa un músculo,
cede un orificio donde ya no cabe más
ninguna utilidad?
¿Cómo se constata el pasaje, dónde
se averiguan puentes?
El mecanismo es oscuro, el desplazamiento indefinido.
Ante todo una distancia puede señalarse,
entre el primate que sube un escalón a Sapiens,
y el homo sintiente que acaso no deje nunca de bajar
a los sótanos de la creación.
No hay nada en estas deformaciones extrañas
que pueda llamarse adaptativo.
Una ronca quebrazón al resto de la especie
un atajo sin adonde, ni designio
una vía trunca que canta su errancia
Primal sonido,
pronunciado al centro de la piedra,
para salvar el fuego,
a la sombra de una civilización perdida.
KOALA
De un incendio para el otro
anochecieron los días,
el mañana se hizo humo
y lo ancestral un cenicero.
Ya fantasma corre el Koala,
en su fuga de fuego,
lejos queda su tanta ternura,
embajadora de un continente.
Ceniza su atuendo, profético disfraz
agoniza en la fiesta negra del capital.
En un alambre,
como la costra del olvido
cuelga
un ejemplar pegado,
a la retina de la tristeza.
Ahora su imagen viaja por el mundo
en una farándula de crepúsculos.
El presente oxida de prisa,
derriten los hielos, su anhelo
de abrigar con frio este planeta
arden las selvas
como una salamandra absurda.
Nuestro tiempo se bebe a largos estragos,
un sorbo de prisa en un paladar indiferente.
Sombra sin sombra
trepa el Koala
a la noche sin tiempo,
a una oscuridad sin sentido.

FUNDAMENTOS GENERALES
Salta es la provincia con mayor diversidad cultural y biológica de la Argentina, pero ostenta de manera escandalosa, el mayor índice de desmonte de la región. Por tal motivo, la creación de Bosques de Poesía en todo su territorio es urgente y necesaria. Estos espacios de cuidado de nuestros árboles nativos son también lugares de encuentro para crear conciencia social, cultural y ambiental, contribuyendo a detener el ecocidio y la desigualdad en que viven las poblaciones originarias que habitan los montes nativos. No hay futuro posible sin un cambio de paradigma que nos devuelva la vista para comprender la profundidad en que está entramada la vida. La Madre Tierra es sujeto de derechos, somos “un sistema de vida”, tal como lo expresan las Constituciones del mundo más avanzadas y contemporáneas, nuestros derechos humanos se entraman de manera indisoluble con los destinos de los árboles, el agua, el aire y la tierra, y son necesarios no sólo nuevos sistemas de producción que sean orgánicos y sustentables, tanto a nivel biológico, como social, sino especialmente, una nueva sensibilidad que nos permita reencontrar el equilibrio del mundo.
FUNDAMENTOS DEL MOVIMIENTO BOSQUES DE LA POESIA
La devastación del planeta está poniendo al borde de la extinción de la vida en el planeta. El escenario de la tragedia incluye no sólo la desaparición de especies tanto animales como vegetales, con la destrucción de sus hábitats naturales, sino también, la proliferación de la miseria, sequía y pestes en comunidades de todo el mundo.
Se arrasan o se incendian bosques, se envenenan los campos sin que los estados reaccionen con la premura y la severidad necesarias ante ese flagelo provocado por la codicia impune de quienes olvidan que la tierra no es de nadie y es de todos.
Es necesaria y perentoria una reacción global que detenga esta barbarie. Y no podemos esperar que los poderes internacionales resignen sus infaustos intereses para dar una solución radical a este exterminio que nos incluye a todas y todos. Por eso debemos desde nuestros lugares y en nuestras comunidades impulsar un movimiento que, con pequeñas pero significativas iniciativas, despierten la toma de conciencia sobre este desastre e impulsen acciones semejantes en todos los sectores de la sociedad.
FUNDAMENTACIÓN DEL NOMBRE: BOSQUE DE LA POESÍA DEL CEBIL
El cebil es un árbol que camina, es un poeta que aportó el silencio creador para el desarrollo cultural de nuestra región. Durante miles de años la medicina del cebil ha recorrido y entramado la diversidad de culturas de la región, recorriendo distintos lugares ceremoniales y artísticos de América, desde la selva y el chaco, a los valles y las tierras altas de la puna, uniendo pueblos y territorios, creando encuentros de intercambio y espacios de arte visionario para una historia común, unida a la Madre Tierra. El cebil fue también el árbol que acompañó la agonía de Martín Miguel de Güemes, su ofrenda de vida e inspiraron las palabras que juraron por la libertad. Hoy, este árbol medicinal, espiritual, histórico y cultural está siendo arrasado junto al monte nativo, en una provincia que ostenta de manera escandalosa los mayores índices de desmontes de Latinoamérica. Actualmente la Fundación Cebil desarrolla el proyecto editorial y multimedial “Los Caminos del Cebil” para poner en valor los espacios ceremoniales, históricos y las culturas que se entramaron y desarrollaron a partir de los recorridos de este árbol.
Para más información, escribir a: cebil.fundacion@gmail.com / 3876080108
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